VIERNES SANTO

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Desde las once de la mañana, por las principales calles, se revive la Pasión y Muerte de nuestro Redentor, con el Vía crucis Viviente.

Tres de la tarde, en el altar, con impresionante fondo verde originado por palmilla y plantas, sólo permanece una cruz cubierta con un  sudario, ante la fija mirada de la Dolorosa, respirándose un agradable aroma que producen el laurel y pencas de pino esparcidas en el piso.



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Anochece, el pueblo está de luto, la Procesión llamada La Marcha del Silencio, lleva al frente la imagen del Santo Entierro, hace su recorrido por las calles de la población que permanecen en tinieblas, solo se ven las luces de las antorchas que porta la multitud vestida de negro, portando impresos con la leyenda “Silencio….Cristo ha muerto”, Se escuchan los ruidos secos y penetrantes de tambores, así como el vibrar de eslabones de cadenas que llevan como penitencia algunos de los concurrentes.

Llegando al templo la Virgen aguarda, en el centro se coloca la imagen del Santo  Entierro en sabanas blancas, sólo iluminando la luz de cuatro cirios   colocados en los vértices del  madero que sostiene la imagen. Se inician los rezos y cantos dolorosos que se prolongan hasta el amanecer.      

          
La concurrencia asistente, según la tradición, coloca una moneda como limosna, recogiendo otra de menor valor, la que debe guardar en su hogar, a fin de que nunca falte el sustento para sobrevivir.